Ángeles Álvarez, Concejala del Ayto. de Madrid:"Las lesbianas representan la autonomía total"

MªLuisa Oliveira // Fotos: Laura Jiménez


La concejala socialista del Ayuntamiento de Madrid, Ángeles Álvarez, aterrizó en la capital a los 17 años. Más tarde recorrería parte de la geografía española defendiendo el feminismo y sería detenida por reclamar el derecho al aborto. Eran los años 70 y formaba parte de lo que llamaron el grupo de Lesbianas Unidas de los Viernes, las LUVI. En los ochenta regentó El barberillo de Lavapiés, un bar de día para chicas. “Algo difícil de mantener”, según nos confiesa.

FF: Es curioso, en plena movida.
AA: Bueno, era una movida más amplia, no estaba asociada al mundo gay o lésbico en absoluto. El movimiento gay y lésbico ha sido muy posterior y ha estado asociado, según mi manera de ver, a reivindicaciones políticas. Ha ido en paralelo con la constitución de grupos potentes que tenían reclamaciones expresas para gays y lesbianas.

FF: Los logros conseguidos se notan más en los hombres que en las mujeres. Aunque haya medidas para la igualdad real, ésta aún no existe.

AA: Siempre he tenido dudas. Si la reclamación del matrimonio hubiera sido un tema exclusivo de mujeres, posiblemente no tendríamos esa norma. Un ejemplo es lo que está pasando con la ley del aborto: un derecho específico que afecta de manera clara y directa a las mujeres y que se está enfrentando a fuertes resistencias. Las lesbianas nos beneficiamos de una ley como la del matrimonio porque es una ley articulada en los principios del movimiento feminista y las libertades individuales. Eso significa tener derechos sin interferencia de tus opciones o identidad. Tienes derecho como ciudadana a contraer matrimonio con otro ciudadano o ciudadana. ¡Una cosa tan elemental ha tenido tantas resistencias a lo largo de la historia! Pues muchas menos que las que tiene ahora la ley del aborto y eso se debe a que el aborto es un derecho específico de las mujeres.

FF: Un estudio reciente indica que hoy los que más se casan son los homosexuales, mientras cae en picado el número de matrimonios entre heterosexuales.

AA: Desde que soy concejala he casado tantas parejas gays como heterosexuales y la mayoría ha sido gente mayor. En el colectivo gay la media de años que llevaban conviviendo es de 14 años, evidentemente no podían haberse casado antes, pero creo que son parejas muy consolidadas y lo que va a haber son muchos menos divorcios de homosexuales.

FF: ¿Las lesbianas se están casando o siguen sin utilizar esa libertad individual de la que tú hablabas?

AA: No creo que sea un tema de libertades, sino de decisiones. Yo me he casado. Te casas cuando tienes una relación consolidada. En realidad, nos casamos antes de pasar por los juzgados, casarse en términos etimológicos significa “hacer casa” y, en estos momentos, la gran mayoría de las parejas, desde luego la gente sensata, hace casa antes de pasar por los juzgados. Contraen matrimonio para realizar un trámite formal, porque de facto las parejas ya están constituidas. Esto es una cosa muy cierta entre gays y lesbianas y está empezando a ser también mayoritaria entre los heterosexuales.

FF: ¿Las relaciones son difíciles sean del palo que sean?

AA: Yo no tengo una relación difícil, sino todo lo contrario. Me parece que hay relaciones difíciles cuando no son igualitarias. Esto se puede dar evidentemente en cualquier tipo de relación, pero por cómo se ha organizado históricamente la sociedad es más fácil que haya desequilibrios de poder entre una pareja heterosexual que entre una de lesbianas.

FF: Justo acabamos de conocer la primera sentencia que condena a una mujer lesbiana por violencia de género.
AA:
La verdad es que tengo muy poca información para tener un criterio sobre ello. No toda la violencia que se produce contra las mujeres es violencia de género. La violencia de género está perfectamente definida en la ley y es una ley que está hecha para tratar de romper con una situación de opresión y con la utilización que han hecho y hacen individuos concretos para imponer un modelo en la pareja. Hay que ser muy cuidadosos con esta materia. Apoyo los pronunciamientos del Gobierno al respecto pero, insisto, si entramos en aspectos de más profundidad tendría que tener muchos más detalles.
FF: Se lo comento por lo que apuntaba sobre las desigualdades en las relaciones. Normalmente se hace referencia a parejas hombre-mujer y se olvida que en parejas formadas por dos mujeres o por dos hombres también puede haber desequilibrios.
AA:
Puede haber desequilibrios entre dos hombre o entre dos mujeres, los puede haber incluso entre hermanos. Si en una pareja, en relaciones familiares o, incluso, intrafamiliares, se comete algún tipo de delito, el código penal tiene instrumentos suficientes para castigar esos comportamientos. Cuando se realizan estos discursos parece que sólo estuviesen penados los varones que agreden a las mujeres y no es cierto. Lo que sucede es que resultaba necesario hacer una norma que protegiera a aquellas mujeres que eran mayoría y especialmente vulnerables. Por eso se especificó una ley en ese sentido, pero nuestro sistema legal protege a todas las personas que son acosadas o agredidas psicológica o físicamente.


FF: En cuanto a la invisibilidad en España, ¿se puede decir en este país que se es lesbiana? Porque a veces da la impresión de que en determinados sectores no se puede.
AA: Yo siempre lo he dicho. Posiblemente porque he tenido la suerte de trabajar con gente normal, todo el mundo ha conocido mis circunstancias y opciones .Lo tengo absolutamente naturalizado desde que soy adolescente. Aunque que yo no haya tenido problemas no significa que no conozca y no haya sido testigo de situaciones de discriminación. Es posible que las hubiera sufrido si hubiera tenido la desgracia de caer en otros ambientes. Es verdad que en términos profesionales la mayoría de las veces he sido autónoma, por lo que no he dependido de nadie en el ámbito laboral y, cuando sí lo he hecho, he tenido la suerte de tener como jefes a personas que representan a la media de este país y la media de este país tiene absolutamente naturalizada esta cuestión, porque somos muchas y muchos y tenemos familia, padres, hermanos, amigos que conviven con nosotros. Los sectores que han discriminado y que han sido beligerantes contra gays y lesbianas, en realidad, son minoritarios. El problema es que disponen de demasiados altavoces.

FF: Sin embargo hay ambientes, como el del mundo del cine, donde las lesbianas no lo pueden decir porque se juegan su carrera.
AA: Ese es un ámbito especialmente duro porque, por desgracia, en la industria del cine o del teatro posiblemente se entienda que no es conveniente que se conozca la vida privada de determinadas personas para no romper el glamour, el mito o lo que sea. Me parece una estupidez. Creo que todo el mundo conoce en la historia del cine a grandísimas divas que han sido lesbianas, así como fotógrafas, escritoras...Lo único que puedo es animarlas a que den el paso y rompan moldes. Esto no pasa con los varones dentro del ambiente de la cultura, incluso, es posible que sea un valor. Habrá que reflexionar al respecto.Las lesbianas son mujeres que arrastran la discriminación genérica del conjunto de las mujeres, lo nuestro siempre es algo de segundo nivel. A esto hay que sumarle el estigma de que prescindes, en términos sexuales, de quien ostenta el poder: los varones. En ese sentido las mujeres lesbianas representan la autonomía total y eso molesta.

FF: ¿Molesta y se castiga?
AA: Claro, todo lo que represente espacios de libertad para las mujeres se castiga. Si las lesbianas significan un plus de espacio de libertad porque no tienes ningún tipo de relación de dependencia, me imagino que se castigará más. A plus de libertad, plus de castigo.

FF: Pero estos castigos no frenan. Las lesbianas de hoy no se esconden, no son las lesbianas de la posguerra.

AA: En la posguerra ibas a la cárcel. Hoy hay más libertad que en la posguerra y que hace 20 años. Durante la transición conocí a lesbianas fascistas, lesbianas de derechas, mujeres casadas, con hijos, en cargos y en ese espacio denominado “jet set”. Han sido siempre muy permisivos con sus relaciones sexuales de puertas de la alcoba para dentro. Luego negaban lo que pasaba en la alcoba. Esto ha sido una práctica habitual que sigue reproduciéndose, pero también tenemos a muchos señores con amantes que se pasean con sus esposas en público. Lo que hay que ver es dónde está la hipocresía. Lo triste es que esas personas cuando tienen capacidad de tomar decisiones o hacer leyes castigan lo que hacen en privado. Ese es el problema y hay que destaparlo. No se puede consentir que haya gente en el mundo de la política que tome decisiones respecto a nuestra vida cuando somos plenamente conscientes de que ellos rompen de manera sistemática esas normas. Lo que persiguen es tener un control de la mayoría de la población, impedir las libertades que ellos sí se toman, ese es el problema. En ese sentido soy partidaria de dar a conocer los nombres de aquellos que niegan como Judas, ¿por qué no?

FF: En España ¿nos encontramos cada vez en un Estado más laico?
AA: En España nos encontramos cada vez en un Estado más reactivo contra las libertades. No creo que estemos en un Estado cada vez más laico. Me preocupa lo que pasa en términos sociales, no hemos hecho avances suficientes para romper los espacios entre la privacidad religiosa y lo público. Yo soy respetuosa con las creencias privadas de las personas, pero no voy a ser respetuosa con creencias que tratan de imponerme cómo debo vivir. Es el Estado el que tiene que mediar en ese conflicto. En todo caso las creencias religiosas no tienen que imponer cómo articular las libertades públicas.

FF: El peso de la historia pesa en muchos aspectos, en el papel de la iglesia o en el de la mujer incorporada al mercado laboral, casi hay que dar las gracias.
AA: Las mujeres no tenemos nada por gracia de nadie, nos lo hemos ganado a pulso. Además, cada vez que conseguimos un mínimo avance las reacciones son virulentas. Un ejemplo clarísimo son las reacciones por parte de la derecha contra el Ministerio de Igualdad, contra la titular del Ministerio y contra todo lo que representa una estrategia política para ayudar a ser más rápidos en el camino hacia la igualdad. Estas reacciones me parecen desproporcionadas, insultantes y ofensivas para el conjunto de las mujeres y me parece que persiguen degradar, en el sentido de restar, todo lo que hemos conseguido.

FF: Esa degradación usted la ha puesto de manifiesto varias veces, los salarios en los mismos cargos son menores si lo ostenta una mujer, la menor participación política, el menor acceso a los puestos de alta responsabilidad… todo esto se mantiene.
AA: Se mantiene y mantendrá si no evidenciamos las trampas. Hombres y mujeres hacemos un mal negocio si no renegociamos cómo relacionarnos en el ámbito público, privado e íntimo. Agustín García Calvo dice que el amor es un negocio y, efectivamente, lo es porque se trata de un espacio de intercambio de afectos, de cuidados, de compromisos. Un buen negocio es donde las dos partes obtienen algún beneficio. En términos históricos las mujeres hemos hecho muy mal negocio y lo que estamos diciendo es: “Este modelo que teníamos no nos gusta, tenemos que renegociarlo”. Frente a eso hay gente que se retuerce mucho, otros ayudan. Para mí es fundamental que los hombres asuman las responsabilidades que tienen en el ámbito privado, mientras eso no se produzca el papel de los hombres en la pareja es un obstáculo para el avance de las mujeres. Ahora se jactan de una situación de igualdad porque ya hay más universitarias, sin embargo, en la incorporación de las mujeres al mundo laboral los porcentajes no se correlacionan. Y es que por cada tres horas que una mujer dedica a atender a personas dependientes en la familia, los varones apenas dedican una, eso es un abuso. El sistema discrimina de forma positiva a los varones para que se posicionen mejor frente a nosotras, por eso tenemos que implementar políticas públicas que apoyen la conciliación, pero también la corresponsabilidad.
FF: Renunciar a una situación de privilegio siempre cuesta trabajo.
AA: Es un tema de justicia social y llegaremos a ello, no tengo la más mínima duda. Pero debemos estar permanentemente firmes y juntas para conseguirlo. Hay que tomar conciencia de que lo que le pasa a una mujer afecta al conjunto. Un ejemplo claro es la percepción de las mujeres con la violencia. Cuando una mujer es violada en un barrio se sienten amenazadas todas las mujeres de ese barrio. La percepción que las mujeres tienen sobre su vulnerabilidad no tiene nada que ver con la que tienen los hombres de la suya y eso se debe a algo muy sencillo: el ser plenamente consciente de que ser mujer nos hace vulnerables.

FF: ¿Lo somos? ¿Somos en realidad el sexo débil?
AA: No, no somos el sexo débil, somos el sexo no empoderado. El sexo al que se le han quitado los instrumentos para poder tomar decisiones en términos colectivos e individuales ¡Si a las mujeres no nos han dejado siquiera tener control sobre nuestro cuerpo! Una de las cosas más controladas socialmente es la sexualidad de las mujeres. La Iglesia sabe perfectamente que teniendo controladas a las mujeres tienen controlado el sistema, por eso se han ocupado de que las iglesias estuvieran llenas de mujeres. No les ha importado que no lo estuvieran de hombres. Pensemos por qué.
FF: Para terminar, he leído que te hiciste feminista a través de un libro…
AA: Sí, se llamaba La pequeña diferencia y sus grandes consecuencias y lo que me hizo fue tomar conciencia, articular lo que yo ya sentía. Yo soy de un pueblo muy pequeñito de Zamora y en las zonas rurales apenas te llega información, sólo estudian los hijos de los ricos. Tuve mucha suerte porque mi familia no era rica, pero mis padrest uvieron muy claro que sus hijos debían acceder a la educación y se dejaron la vida en ello. Esto permitió que en mi casa entraran libros, revistas y personas nuevas. Era una casa que se abría al mundo o que salía y traía el mundo a la casa (ríe). A partir de ahí llega un momento en que tienes sensaciones, sabes qué cosas no te gustan y, a veces, no sabes ponerles palabras- te hablo de una persona con 17 años- y, de repente, cae un libro en tus manos y comprendes. A lo que a mí me pasaba le puse nombre muy jovencita, yo ya era feminista de sentimiento porque en mi familia son todos varones y, la verdad, se me coartaba muchas veces para que no hiciese o jugase, por ejemplo, con mis hermanos al fútbol - en mi época si jugabas al fútbol te reprimían en casa y te insultaban en la calle-. Yo le puse nombre muy pronto al feminismo y le puse nombre también muy pronto a mi lesbianismo. Lo tuve muy claro desde pequeña. Soy, en ese sentido, una convencida (risas). Nunca he tenido duda al respecto. Es una cuestión de gustos, ¿no?
FF: Una suerte tener las cosas claras desde tan pronto.
AA: En mi casa no gustó mucho la idea y me costó algún disgusto. Sin embargo, lo he tenido claro siempre y lo he disfrutado mucho siempre (risas).Y por la sonrisa de su cara no nos cabe la menor duda. Afirma que ha estado con mujeres maravillosas con las que se sigue llevando muy bien. Felizmente casada, nos aconseja mientras bromea: “Cásate cuando quieras a la persona, no te cases enamorada, porque enamorada padeces una enajenación y estos actos son nulos ante la ley”. A tomar nota…

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