Lo que Safo se perdió

Jesusma Carrasco

Grecia no es sólo calor y mar. Tampoco todas sus casas son blancas con puertas y ventanas pintadas de vivos colores ni su cultura desdenciente del esplendor del siglo V a.C. Grecia es un país relativamente joven, a pesar de su antigüedad, con una innegable influencia turca y oriental (digo lo de innegable porque no todos los griegos lo aceptan).

Visitar Grecia, o Ellada, es adentrarse un poco en Oriente Medio con infraestructuras europeas y enmarcado en una sociedad dinámica y alegre dispuesta a acoger a los miles de turistas que anualmente desembarcan en el aeropuerto internacional de Atenas, Eleftherios Venizelos, o en cualquiera de las islas que durante el periodo estival ofrecen la posibilidad de viajar, directamente y sin escalas, desde numerosas capitales europeas, e incluso desde el Atlántico. A través de este artículo haremos un breve recorrido por Atenas intentando condensar lo más importante de la ciudad para poder huir a tiempo de sus 40º de temperatura media en los meses de verano. Desde Atenas - y contradiciendo los itinerarios isleños tan populares entre todos los que visitan el país - vamos a viajar dirección norte, para atravesar la llanura de Tesalía, y conocer algo de la Grecia peninsular, a los pies de las Meteoras, junto al pueblo de Kalambaka. Desde aquí desharemos el camino andado para, de nuevo, volver a la capital, una metrópolis de unos cinco millones de habitantes siempre despierta, alegre y, en verano, jadeante. Como broche final tomaremos un ferry para dirigirnos a Sérifos, un remanso de paz alejado del mundanal ruido y de las bulliciosas y archiconocidas Míkonos y Santorini. Pero, aquí falta algo... ¿qué pasa con Lesbos? Lesbos, amigas y amigos lectores, es una experiencia aún pendiente en mi felizmente lento e intenso descubrimiento de este país.

Atenas
Desde hace unos años, la ciudad cuenta con un nuevo y modernísimo aeropuerto Eleftherios Venizelos, que fue el político más importante de la Grecia moderna. Este aeropuerto está comunicado con la ciudad por autopista y por metro que hace la mayor parte del recorrido por la superficie. El autobús cuesta unos 3€ y el metro unos 6€. Otra posibilidad es tomar un taxi, por unos 25 € pero es más que probable que os veáis atrapados en el denso y caótico tráfico de la ciudad, por lo tanto, os recomiendo el tren y, para las economías más ajustadas, el bus. Ya que ha salido la palabra taxi, creo que es conveniente que sepáis que estos son compartidos. Es más que habitual que otro u otros clientes se suban al taxi que ocupamos, siempre y cuando convenga al taxista. La tarifa no se verá alterada por esto, digamos que compartimos el vehículo taxi, pero no el precio del trayecto. No obstante, los taxis en Atenas son relativamente baratos si los comparamos con Madrid u otras ciudades europeas. Los atenienses recurren casi a diario a este medio de transporte, sobre todo, por la noche cuando vuelven de marcha. Digamos que por unos tres euros, podemos hacer un recorrido equivalente al de la Plaza de Chueca con Puerta de Toledo. Atenas, como ya hemos dicho, tiene unos cinco millones de habitantes; prácticamente la mitad de la población del país se condensa en la capital, centro financiero, político, social y cultural. Si contrastamos los apenas diez mil habitantes con los que contaba a mediados del siglo XIX podríamos decir que en poco más de cien años ha pasado de ser pueblo a ser una megalópolis. Este desaforado y alocado crecimiento demográfico ha repercutido considerablemente en la fisionomía de la urbe. La pequeña ciudad neoclásica, de la que apenas quedan restos, ha dado lugar a una gran ciudad de bloques de viviendas.
Comenzaremos nuestro paseo por la plaza de Monastiraki. Esta plazoletita está ubicada en uno de los barrios más antiguos de la ciudad. Su trazado lo componen callejuelas estrechas llenas de comerciantes, vendedores de cerámicas, souvenirs, tabernas, “souvlatzidikos” (establecimientos donde venden pan de pita con carne de cerdo y verduras o unos bocadillos de pollo o cordero muy parecidos a los kebabs llamados “gyros”), antigüedades y “kafenios”(cafeterías parcas en decoración donde tradicionalmente la clientela la componen hombres) así como cafeterías, en su mayoría de diseño. Si desde Monastiraki seguimos por la calle Adrianíou llegaremos al viejo barrio de Plaka. Este es el antiguo barrio turco de la ciudad y casi todo lo que existía cuando fue declarada capital de la Grecia independiente. Serpenteando por sus empinadas calles, iremos descubriendo un conjunto de antiguas casas, encaladas en su mayoría, y, de repente, nos veremos transportados a un pequeño pueblo del Mediterráneo. En la parte baja del barrio, si aún no hemos comido, podemos aprovechar para tomar una “pikilía” en alguna de las tabernas. La “pikilía” es un surtido de diferentes platos (algo así como una muestra variada de la comida tradicional griega), o un variado de “mezedes” (como nuestras tapas): keftedes (croquetas de cordero), dolmadakia (hojas de parra rellenas de arroz), melantzanosalata (ensalada de berenjenas), taramosalata (ensalada de huevas de carpa o bacalao). Normalmente, este tipo de plato se come acompañado de “ouzo”, muy parecido al anís y muy arraigado en la gastronomía griega. Yo nunca he conseguido habituarme y siempre he preferido una cerveza (las más habituales y nacionales, Alpha y Mithos). En la madeja de callejuelas de Plaka, nos encontraremos en algún momento con el centro cultural de Melina Merkouri y, coronando el barrio, la Akrópolis o “ciudad alta”, la imagen más representativa de la ciudad y, por extensión, de todo el país.

Continuando por Plaka, dirección suroeste, encontraremos el acceso al recinto y además, podremos visitar el recién inaugurado “Nuevo Museo de la Acrópolis” que acaba de abrir sus puertas. Este moderno edificio alberga un gran número de obras de arte halladas a lo largo de los últimos siglos. Este nuevo museo se encuentra en la calle Dionissiou Aeropagitou; desde la misma se divisa el ala sur de la antigua ciudadela así como el teatro de Herodes Ático y el Teatro de Dionisio. Si os gusta el teatro, es recomendable asistir a una representación, aunque sea en idioma griego.

Después de haber recorrido Monastiraki y Plaka el siguiente destino es Psiri, un barrio colindante con Monastiraki, donde es fácil disfrutar de música tradicional griega en alguna de sus “tavernas”. Cerquita de Psiri, se encuentra Keramikós, un cementerio que comenzó a funcionar en el Siglo XII A.C. En el mismo lugar se encuentra el Museo de Cerámica Tradicional. Continuando por la misma zona podemos coger la calle Ermoú. Si necesitarámos algo de ropa, en esta calle tenemos los emporios textiles que todos conocemos.

Al final de esta calle peatonal se encuentra la plaza de Sintagma (de la Constitución) y donde, además de edificios que albergan oficinas y grandes almacenes -como los famosísimos Hondos Center, especialistas en cosmética- nos encontramos con el Parlamento Griego, un edificio neoclásico de color rosa construido a finales del XIX. Tomando las avenidas Stadíou, Panepistimíou o Akadimías, además de disfrutar de la vista de algunos edificios que parecen una auténtica reconstrucción del Partenón, llegaríamos a la Plaza Omonia o de la Concordia, otro de los espacios abiertos más emblemáticos de la ciudad. Hacia el norte por la avenida 28 Oktovríou llegamos a la joya museística de Atenas: el Museo Arqueológico Nacional, junto al famoso barrio de Exarhia (en español se transcribiría como “Exargia”). Este barrio desde hace décadas alberga al grueso de la comunidad universitaria. Por las noches sus calles son un contínuo ir y venir de jóvenes. Bares alternativos y socialmente reivindicativos. Lugar de reunión de anarquistas (sigue siendo muy usado este vocablo en la Grecia actual) y miembros de la izquierda más radical así como artistas y bohemios o simplemente gente que toma las terrazas y los bares de la ciudad para disfrutar de su rato de ocio. Imágenes de esta zona coparon los noticiarios del planeta el pasado mes de noviembre cuando grupos radicales comenzaron una revuelta contra la policia que se prolongó durante varios días.

Desde Exargia podemos subir la colina de Likavitós, uno de los montes situados en medio de la ciudad, coronado por la capilla de Agios Giorgios o San Jorge. Podemos acceder al punto más alto de la colina a través del funicular. Éste no se encuentra en Exargia sino al otro lado de la colina, en el elegante barrio de Kolonaki. Desde lo alto de Likavitós o Licabeto, que es la versión más españolizada del nombre, uno se da cuenta de la inmensidad de esta urbe que, como una mancha blanca se extiende por un inmenso valle sin que las montañas que la rodean hayan servido de freno al crecimiento urbanístico y demográfico de la misma.

Para ver otra panorámica de Atenas podemos subir a la colina de Filopapou, al sur de la Acrópolis.
Cuando caiga la noche y el cuerpo pida fiesta, lo mejor es dirigirnos al barrio de Gazi. Este barrio, que, en los últimos años (básicamente durante la primera década del año 2000) ha sufrido una enorme y positiva transformación, dotando, por fin, a lesbianas y gays de Atenas de una zona de encuentro, sin que la opinión de la conservadora y omnipresente iglesia ortodoxa haya podido hacer nada para evitarlo.

En la noche griega es conveniente, cuanto antes, acostumbrarse a los precios de las copas, las cervezas o cualquiera que sea la consumición que vayamos a tomar (café o cerveza entre 3 y 5 €). Los bares y clubes en su mayoría, disponen de un amplísimo surtido de bebidas y cócteles. En los bares griegos uno se puede tomar un chocolate caliente, un daiquiri de fresa, una copa de vino o el famosísmo y demandadísimo frappé (café con hielo) casi a cualquier hora del día y de la noche. Los locales son muy acogedores y están decorados, en la mayoría de los casos, con un exquisito y moderno sentido del gusto. En el mismo barrio de Gazi, donde se encuentran la mayoría de locales de ambiente, hay numerosos restaurantes que no sólo serán una delicia para el sentido del gusto y del olfato, sino que también estimularán nuestra vista.

Kalamba y las Meteoras
En la región de Lárisa, al norte de Sterea Ellada, destaca un conjunto de monasterios situados todos ellos en lo alto de unas antiquísimas formaciones de piedra lisa (Foto superior.) y considerados Patrimonio de la Humanidad. Este conjunto de monasterios se conoce como Meteora, palabra que proviene del adjetivo meteoros, que significa “suspendido en el aire”. Esta mágica comarca de caprichosas formas rocosas es especialmente recomendada para los amantes de la naturaleza y de la tranquilidad y, sobre todo, para quienes puedan soportar las altas temperaturas del interior.

Para acceder a esta zona, si no disponéis de coche es recomendable tomar el tren desde la estación de Lárisa, en Atenas, hasta el pueblo de Kalambaka y, una vez ahí, decidir si pernoctar en allí mismo o dormir en el minúsculo pueblo de Kastraki. La historia de estos monasterios se remontan al Siglo XI, cuando los ermitaños ocupaban las cuevas de la región. A partir del Siglo XIV, estos monjes y ermitaños comenzaron a construir sus monasterios en lo alto de los pináculos rocosos para tener un refugio tranquilo gracias a la inaccesibilidad de los mismos. Al principio sólo se podía acceder mediante escaleras desmontables. Más adelante se utilizó una especie de montacargas, compuestos por carruchas y redes dentro de las cuales los monjes podían ascender o descender de sus monasterios.
Hoy en día, a muchos de ellos se puede llegar por carretera, otros, sin embargo, son accesibles a través de senderos que suben por la montaña. El más cercano a Kastraki es Moni Agiou Nikolau Anapfasa. El más famoso y conocido -de más fácil acceso y por lo tanto más desaconsejable por parecer unos grandes almacenes en periodo de rebajas- es el Moni Megalou Meteorou. Todos, excepto el Monasterio de Agiou Stefano, están habitados por congregaciones de hombres. Agiou Stefanou es la única orden de religiosas que habita en estos monaterios.

En esta mágica llanura de riscos coronados por monasterios, disfrutaréis de la belleza de los bosques y las montañas, y si por la noche tenéis ganas de contactar con la civilización, el pueblo de Kalmbaka podrá calmar vuestra ansía de vida nocturna.

Sérifos
El archipiélago de las Cícladas se encuentra al sur de Atenas. Está formado por numerosas islas, las más famosas son Mykonos, Santorini, Naxos y Milos. Además de éstas y de otras tantas, encontramos Sérifos. Como la mayoría de las Cícladas, Sérifos (Fotos 2 y 3 izq.) es casi tan sólo una roca árida en medio del mar. Durante los meses de verano está diariamente comunicada con el puerto de Pireo, del que dista ciento treinta y cinco kilómetros. Tiene mil quinientos habitantes, de los cuales la mayoría se concentran en la Hora y el Livadi. Hora es el nombre que se da a la mayoría de las capitales de las islas más pequeñas. Livadi se denomina a las poblaciónes que se encuentran en el puerto. El encanto de esta isla radica en su maravillosa tranquilidad, en la belleza de sus playas, en el disfrute de un turismo casi cien porciento griego alejado del bullicio de otros lugares más populares, y donde los precios siguen siendo razonables. A pesar de su cercanía con la Grecia continental, uno tiene la sensación de encontrarse en un lugar alejado, casi por colonizar. La capital de la isla, es una de las más espectaculares del conjunto de las Cícladas. En la plaza del pueblo, flanqueada por un bello y sencillo edificio neoclásico que alberga el ayuntamiento y una típica iglesia ortodoxa encalada, se encuentra un coqueto y minúsculo bar con una apacible terraza, regentado por una pareja de chicos, que te harán sentir como en casa. Desde esta terraza, se puede disfrutar de una panorámica del puerto y además deleitarse el oído con la selección musical de los propietarios del local. Pasear por las estrechas y empinadas casas de la Hora será una inolvidable experiencia y, si seguimos con ganas de visita cultural, siempre podremos acercarnos a las ruinas del Kastro Veneciano así como al museo arqueológico o al del folklore.
La mejor forma de moverse por la isla es usando el servicio de autobuses, conocidos como KTEL. Otra posiblidad es alquilar una motocicleta, aunque no os extrañéis si para acceder a algunas playas tenéis que aparcar las motos y hace parte del recorrido a pie.

Oficialmente no hay playas nudistas, pero debido al difícil acceso a algunas de ellas, no os sorprenderá ser los únicos bañistas y podráis depojaros de vuestros trajes de baño.
Una advertencia, si llegáis sedientos, antes de atiborraros de agua, comprobad que sea potable, en muchas de las Cícladas, ¡el agua corriente no es potable!

Como dicen los griegos: ¡Kalés diakopés! ¡Felices vacaciones!.


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