The guitar, deseos cumplidos

Jesús Aranda

Hay días en los que uno se levanta con el pie izquierdo. Mel Wilder, encarnada por la actriz bisexual Saffron Burrows, es despedida de su trabajo y abandonada por su novio el mismo día en que le diagnostican un cáncer de laringe fulminante. Abrumada por las circunstancias decide dar un giro radical a su vida en el poco tiempo que le queda. Se muda a un loft maravilloso del que planea no volver a salir y se dedica a dilapidar sus tarjetas de crédito - ¿cuántas tarjetas de crédito tiene cada norteamericana?- comprando todo aquello que siempre quiso tener, en especial la guitarra eléctrica roja que marcó su infancia. El transportista que le provee y la repartidora de pizzas que la alimenta se convertirán en su única relación con el mundo.

La ópera prima de la actriz convertida-en-directora Amy Redford, hija del archiconocido Robert, es una de esas películas en las que el afán por cuidar hasta el extremo su envoltorio termina engullendo el contenido dramático. La fotografía y dirección artística, más propias de Hollywood que de una producción independiente, ornamentan con elegancia una historia que va perdiendo fuerza según avanza. Los personajes apenas quedan esbozados y uno tiene la sensación de no estar presenciando nada.

La interpretación de Saffron Burrows resulta discreta, demasiado contenida tal vez, como si los sentimientos no tuvieran cabida en ella. La expresión hierática que mantiene durante la totalidad del metraje, no contribuye a subrayar el personaje, sino que lo convierte en más anodino si cabe. Los secundarios Isaach de Bankolé y Paz de la Huerta, en sus escasas apariciones como amigos/amantes de la protagonista, consiguen hacer más plano e increíble aún el personaje. Con la excusa trasnochada del “todo vale, a disfrutar que la vida son dos días” nos encontramos, una vez más, ante la utilización vil de la relación lésbica como elemento decorativo para, cómo no, finalizar con el más que predecible trío.

The Guitar obtuvo varias nominaciones y ningún premio en diversos festivales de cine independiente. Entre ellos el prestigioso Sundance, que dirige su padre, aunque pasó sin pena ni gloria al no estar a la altura de los títulos que allí se presentan habitualmente. Amy, vuelve a la interpretación.

Dir. Amy Redford. EEUU, 2008 95 min.

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